Elegí seguir


Por: Luciana Taborda

Si se te acaba la primavera y te quedás descalzo esperando esa brisa que en el verano te ignora.

Si se te escapa la risa, como si estuvieras en un circo de caras cómicas, y te sentís burlado por las miradas esquivas de la gente avergonzada.

Si te parece demasiado formal el sujeto de traje de la esquina y preferís vestirte sin nada elegante, pero con algo realmente tuyo.

Si tenés ganas de irte, porque quedarte ya no tiene sentido.  Al cruzar la puerta alguien te susurra que ya todo está perdido y, sin embargo, salís airoso, con la frente en alto.

Si se acabaron las monedas en la fuente y las palabras en el diario. Y adentro de tu bolsillo sólo hallás un poco de ganas gastadas, pero ganas al fin.

Si te frustra el destino y el desatino de un plan mal planeado y no te queda cuerda para gritar, pero sí algo que te impulsa a no renunciar.

Entonces, elegí seguir, porque un caballo cansado no es igual a uno que está fuera de batalla.

Lo peor es designarse vencido en vez de intentar vencer;  tirar la toalla, bajar los brazos y cerrar los labios, en lugar de animarse a poder.

Quien deja de buscar, termina olvidando lo que quería, aún antes de salir a trote. Porque un jinete perdido no es igual a uno que no quiere ser encontrado.


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